Ilustración: Diego Patiño
Revista Soho 2006 ©
-Es que los paisas hacemos cuentas, Tola: si por cada hijo dan un susidio familiar de 8 mil pesos, y uno tiene 10 hijos, al mes son 80 mil del alma, que vienen siendo como 60 bolsas de leche, o sea dos.
-¿Y las tostadas?
-Dios proveerá. Acordate, Tola, que cada hijo trae la arepa debajo el brazo.
-¡Como no, moñito! Yo también creía eso, Maruja. El primer bebé que tuve, apenas la enfermera me lo entregó era yo búsquele la arepa y búsquele la bendita arepa y Ananías me frenó: no insistás, Tola. es niño.
-Los paisas necesitamos familias numerosas pa que alguno sirva pa algo. Apostar, Tola, que el presidente Uribe tiene dos o tres hermanos tarambanas que no se cogen el jopo con las dos manos.
-Muy cierto, Maruja.Necesitamos que alguno salga cura, otra enfermera, otro militar pa que les ayude a los demás con la libreta, otro político pa que le consiga coloca a los que ya tienen libreta.Y una monja que nos surta de recortes de hostia.
-Y un traqueto.Hace mucha falta un traqueto en la familia pa que socorra a los hermanos más atembaos.
-Y un tramitador, pa no tener que hacer fila en ninguna ventanilla.
-En mi casa fuimos 17, incluyendo a Frijolito, el enano.
-¿Vos tenés un hermano enano, Maruja? Vea pues, ahora me desayuno.
-No hermano de sangre Tola, era recogido. Era la ñaña de mi amá, que le tenía preferencia por ser enano y siempre lo saludaba de beso, lo que no hacía con nosotros. Lo saludó así hasta que el lumbago no la dejó.
-Conque 17. Qué tracamanada, Virgen santísima.
-Éramos tantos que mi apá llegaba de la tonga del trabajo y preguntaba, jalándome una trenza: y esta carajita, ¿de quién es?... ¡Pues tuya, Tista! -bramaba mi amá desde el fogón-. es Flor Maruja, la que está entre Esneda y Reinaldo.
-No inventés, Maruja. ¿era así la cosa?
-Despachar comida era un enredo, Tola. Mi amá descubrió que algunos de los mayores repetíamos fila y entonces se inventó un sistema muy curioso: a todo el que le servía le hacía meter el índice en tinta de frisoles, como en las votaciones políticas.
-Pero esa tinta se la borra uno chupándose el dedo.
-Depende. Era de unos frisoles morados que sueltan una tinta como pa tatuajes. Y si uno borraba la tinta, el olor de la garra sí era indeleble.
-En mi casa fuimos 14: siete hombres, seis mujeres y Erasmo, que era sosó.
-Ese nos faltó en la lista de hijos necesarios, Tola: un gay que mantenga las matas bien bonitas y ayude a decorar lo que sea.
-Las familias así grandes tienen pros y contras. Entre los contras está la heredada de la ropa que dejan los mayores. Me acuerdo que yo heredé una hilacha de camiseta que decía: Purgante Pipelón, el amigo del niño flaco y barrigón.
-Ese es otro motivo por el cual los paisas tenemos esos batallones de hijos: no concebimos que un pantalón de terlete tenga una vida útil de tan solo 30 años. Necesitamos más hijos que lo hereden.
-Es cierto, Maruja. No tenemos hijos tanto porque nos guste tenerlos, sino pa que no se desperdicien las cartillas de Coquito o La alegría de leer y los vestidos de las primeras comuniones.
-También nos gusta tener hartos hijos pa cuando a uno lo operen, haya quien pueda donar sangre.
-Y lo mejor de bastantes hijos, Tola: cuando uno se muera, no lo creman rápido esperando que venga algún hijo de Estados Unidos.
-Oites, Maruja, esas familias tan repletas también explican el espíritu aventurero del paisa: ¡cuál aventureros!. estaban hasta la coronilla de dormir seis pedorros en la misma pieza.
-Cualquiera sale a colonizar el güeco que sea.
-¡Maruja. ahí viene el bus!
-Ese es otro hijo indispensable, Tola: un chofer que te deje subir por la puerta de atrás.