Friday, February 12, 2010

Normalizando la muerte. Y de otras cosas que hemos vuelto comunes.

Hay una situación que es es el pan diario de cada dia: La indiferencia. Luis Roberto, un blogger el cual sigo, escribió un articulo que quiero compartir con todos ustedes, ya que es una realidad de nuestro pais, de nuestra tierra y que nos afecta a todos. pueden ver el articulo original en tirandoleche.blogspot.com

Aun sabiendo que es tarde para emitir una opinión, preferí, antes de escribirla, vivir en carne propia el clima que se percibía en cuanto a seguridad ciudadana en Medellín, a ver que tan alarmante era, o en su defecto, aun lo es, la percepción de inseguridad de la que tanto hablan las rojas estadísticas en los medios de comunicación y los amigos con los que habitualmente estoy en contacto. Esta vez, lamento el no tener una opinión positiva y que lastimosamente tenga que opinar desde la misma orilla negativa con la que nos ven los medios, pero desde una óptica un poco diferente.
Hace un par de meses veía, no con alegría pero si con cierto aire positivo, como la madre del joven que asesinaron el día de la fiesta de disfraces en la puerta de una de las discotecas del barrio Colombia en Medellín, empezara una gran movilización en los medios y en las redes sociales para que la muerte de su hijo no quedara impune como las muchas otras que ocurren día a día en la ciudad. Lo que siento, es que a pesar de la no despreciable sumatoria de gente que se unió a su grupo en Facebook (43.500) es que como dicen las mamás: "una sola Golondrina no hace verano" lo digo básicamente porque nuestra actitud sigue perteneciendo a un estado emocional tan apático que continuamos actuando como si nada ocurriese, hemos ido cayendo en una peligrosa tendencia de normalizar la muerte que da miedo.
Es sorprendente como hemos rebajado el tema al ámbito de lo común. Ya es habitual que a uno le cuenten: "Ve, mataron a fulanito en no se donde", y que uno responda y además cuestione: "¡Ah no jodás! ¿Y eso?, mentiras ni pa´que pregunto, quien sabe en que andaría metido", es una cosa tremenda, en vez de escandalizarnos y sentar nuestro voto de protesta, más nos preocupamos por cuestionar al muerto y acto seguido continuamos tomándonos el café como si nada nos hubiesen contado solo porque es "normal" que maten a alguien: es el pan de cada día en los noticieros, en los periódicos, en las revistas de opinión, etc. Ya ese tipo de cosas no nos tocan la fibra ni nos hacen mella.
En mi opinión, deberíamos estar alarmados puesto que no es solo el asunto de ser insensible al tema y que nuestras estadísticas aun estén por encima del promedio de muertes violentas en América latina, sino lo que ello desencadena en las sociedades, que en nuestro caso concreto, no ha traído sino reacciones tan negativas y violentas como la de andar armados (cosa que también hemos vuelto normal), por ejemplo, a este joven que mencionaba atrás lo asesinó otro joven estudiante que en una rabieta y con tragos en la cabeza, comenzó a disparar a la loca porque lo habían sacado de la discoteca por problemático. La pregunta que ahora me hago es: ¿Qué diablos hace un universitario con un arma en el carro? Y no se me ocurre otra respuesta (y eso apartando el pensamiento de que pueda andar en algo ilícito) que la de tener físico miedo a la inseguridad que vive la ciudad. Me preocupa entonces, que nuestras reacciones estén volcándose a los terrenos individuales donde el pensamiento es: "¡Ah!, como a mi nadie me defiende, ni el estado, ni la fuerza pública, entonces yo me defiendo solo… ¡ah parce! ¿no?, es que uno no puede dar papaya… es mejor mantener un fierrito en el carro por si las moscas, no es pa´ usarlo, pero si pa´ meter miedo por si le ponen problema a uno".
Lo grave es que es una tendencia creciente sobretodo en las nuevas generaciones, que curiosamente han ido no perdiendo, pero si desafiado los miedos que causan los momentos históricos de violencia por los que atravesamos. Créanme que a pesar de no compartir ni un ápice este tipo de comportamientos, no los culpo, porque las nuevas generaciones han crecido sin ninguna conciencia de la cruda época que vivimos a finales de los 80´s y casi toda la década de los 90´s, donde el Narcotráfico tenía una guerra a muerte con el Estado y daba temor salir a la calle por miedo a las bombas que cada dos por tres azotaban los entonces CAI, a los edificios de la prensa, etc. Y que ninguno de los que ahora rondamos los treinta en adelante queremos repetir. Para estas nuevas generaciones, esa información es algo difuso y a veces hasta latoso porque ahora nos hemos encargado de vender información errada a través las poco criticadas (solo lo han hecho un par de columnistas en el país, otro par de amigos "Blogueros" y tal vez un debate sin mucha fuerza en la Comisión Nacional de Televisión) series sobre narcotráfico, donde ahora el "traqueto" es más un modelo de vida que un personaje malo, porque comparte con dichas generaciones el deseo de acceder fácil y sin demoras al dinero y a todo el "en teoría" bienestar y confort que este trae.
Pero bueno, eso es otra discusión, que solo la traigo a colación porque es un ingrediente fundamental es ese peligroso "Cocktail" emocional que se viene sirviendo ahora en nuestra ciudades Colombianas. El lío gordo es que sigue siendo un problema de apatía actitudinal, de no participación. Estamos dejando que todo ocurra así sin más, sin manifestarnos, encerrándonos entre nosotros mismos, tal vez esperando que nos ocurra algo en carne propia para ahí si salir corriendo a llorar en todos los periódicos, la radio y tener grupo de dolientes en Facebook, pero señores, no hay que esperar a que ello ocurra, hace mucho rato se nos olvidó el otro y eso es lo que nos está matando, seguimos esperando a que otros reaccionen, pero nunca nos vemos como sujetos activos y capaces de cohesionar una sociedad con voz y voto para prevenir estas situaciones.
De algo de lo que estoy seguro, es que ningún Estado en el Mundo, por más políticas de seguridad que aplique, por más inversión social que haga y por más mejoras que haga en sus políticas, estas nunca serán lo suficientemente contundentes ni eficientes si la población a la que están dirigidas se encuentra dormida, alienada y desarticulada como ente colectivo, tal vez solo despierta y perdida en sus egoístas búsquedas individuales.

¡El otro existe. Existimos como conjunto!

Hasta la próxima.
LRDD

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