EL COLOMBIANO - Medellín
Publicado el 13 de febrero de 2010
Publicado el 13 de febrero de 2010
Una nueva novela en televisión, "Rosario Tijeras", nos brinda otro sorbo de cultura mafiosa y vocabulario ramplón, usando a Medellín como el escenario natural para lograrlo. Otra dosis de insensatez e irrespeto con la mayoría de gente buena de esta ciudad y del país, que ha sufrido con rigor la violencia del narcotráfico. Otra vez, el rating por encima de los valores.
Ahora es Rosario Tijeras . En una nueva "demostración de ingenio, talento y recursividad", la televisión nos ofrece otro sorbo de insensatez, chabacanería, malos modismos y una alta dosis de cultura narco. La pantalla chica vuelve a estar de espaldas a la realidad del país y desconoce los innumerables esfuerzos que ha hecho Medellín para sacudirse de épocas aciagas y violentas, producto del narcotráfico y sus dolorosas manifestaciones.
No ha salido del aire la narconovela Las muñecas de la mafia y todavía hay quienes comentan con sorna la serie El Capo , cuando el rating vuelve a imponerse sobre el sentimiento de rechazo que la mayoría de televidentes y no televidentes ha expresado en relación con seguir recreando, sin contextos y de forma apologética, una cultura mafiosa y de antivalores, a través de la televisión y en horario triple A.
Rosario Tijeras , vaya coincidencia en el título de la nueva serie, vuelve a poner a Medellín en el peor de los mundos, que es lo mismo que poner a todo un país y a la mayoría de su gente decente como aliados, por acción u omisión, de lo más malo que nos ha pasado y nos sigue pasando, no por amnesia, como dicen los que defienden este tipo de programas, sino por fomentar esa cultura del dinero fácil, la fama, el poder de lo ilícito y el valor de lo material, por encima de todo.
Esta nueva catarsis, como la llaman los promotores y defensores de una televisión puesta al servicio de las máquinas registradoras y no de los valores éticos y morales, debería ser la última que estaríamos dispuestos a experimentar, si de una vez por todas la gente de buena voluntad, que es la mayoría, decide romper con ese estigma y "poner fin a la emisión" de ese tipo de programas, que no a la discusión abierta e integral, sin ediciones amañadas, de los problemas que aquejan a nuestra sociedad, entre ellos el narcotráfico, por supuesto.
Ha vuelto a hacer agua la responsabilidad social que tienen los medios y a ponerse en entredicho el interés público que rige a la televisión en Colombia.
¿Será que ahora la Comisión Nacional de Televisión puede actuar y hace cumplir los mínimos sobre autorregulación de escenas y vocabularios soeces que dominan en Rosario Tijeras ? ¿Será que el Alcalde de Medellín, conocedor de las dinámicas sociales que se viven en los barrios más golpeados por la violencia, actúa también en compañía de la gente decente y sienta su voz de protesta ante la Cntv y el propio canal?
Esperamos que sí. Como deseamos, además, que cada uno de los televidentes y los anunciantes, en sana conciencia, tome la decisión de si le sigue apostando a esta anticultura narco o, por el contrario, "cambia de canal" y busca por fuera de la pantalla a tantos héroes anónimos que hay y hacen grande al país.